viernes, 27 de noviembre de 2009

ENÉSIMO EJEMPLO DE INCOMPETENCIA SOCIALISTA: TENER DINERO PRESUPUESTADO, Y NO SABER GASTARLO.


Ahora que estamos a fines del año 2009, desde el Partido Popular de Carreño, volvemos a comprobar el bajísimo grado de cumplimiento en la ejecución de las inversiones previstas en el Presupuesto del Ayuntamiento para el año en curso. Recordemos que el Presupuesto para el año 2009, fue aprobado en abril. En él, se prevén obras tales como la reforma de la Calle Valdés Pumarino, la urbanización del parque de la citada calle Valdés Pumarino, la reforma de la calle Reina María Cristina, la remodelación del Parque del Carbayo, la recuperación del Río Rita y el equipamiento de la Fuente de los Ángeles, el proyecto y obra de la Plaza de la Baragaña, entre otros. Pues bien, al día de la fecha, no se ha comenzado a ejecutar ninguna de las inversiones anteriormente citadas. En algún caso se han hecho anuncios en prensa, en otros se ha adjudicado provisionalmente el contrato, pero existe un denominador común: no se ha empezado ninguna de las obras. A la crítica justificada por la no ejecución de obras previstas en un presupuesto de duración anual, hay que añadir que, en algunos casos, hablamos de obras que ya se recogían en el Presupuesto para el año 2008. Es el caso de la reforma de la Calle Valdés Pumarino, la recuperación del Río Rita y el equipamiento de la Fuente de los Ángeles, así como la adecuación del parque de mayores. Estamos ante inversiones que, en muchos casos , conllevan la ampliación de aceras y la colocación de nuevas luminarias, ¿se requieren más de dos años para ejecutar esas inversiones?. Desde el PP de Carreño queremos denunciar el fraude que implica aprobar una inversión en un presupuesto, y no ejecutarla hasta dos o tres años más tarde, cuando hablamos de obras que no tienen carácter plurianual. Todas las obras previstas en el presupuesto del año 2009, serán ejecutadas a lo largo de los años 2010 y 2011.
Conclusión: buena parte de las inversiones del Ayuntamiento de Carreño, se repiten, presupuesto tras presupuesto, ante la pasividad de unos gestores que, no quieren, o no pueden, gastar eficientemente el dinero que ellos mismos consignan en el presupuesto.